Carretera del Coll de la Botella en Andorra

Cuando vivía en Andorra, hace ya unos cuantos años, pasaba mis días libres tratando de conocer un poco el país y las zonas cercanas del pirineo español. Uno de esos días descubrí casi por casualidad la Carretera del Coll de la Botella, que aparentemente no es más que una carreterilla que no lleva a ninguna parte, pero lleva a muchos sitios, entre ellos uno de los puntos con mejores vistas de todo el país.

Para llegar hasta allí hay que subir hasta Pal y continuar dirección a las pistas de Vallnord. Hay un punto en el que la carretera se bifurca y te da la opción de ir a las pistas o torcer a la derecha dirección al Coll de la Botella. Obviamente, aunque no esquío, siempre iba a las pistas hasta que un día me dio por ir hacia el otro lado donde encontré un sitio genial.

Llega un momento en el que hay un pequeño aparcamiento y una escultura en forma de taza metálica. En esta zona las vistas son muy bonitas y con un día despejado se pueden ver montañas y más montañas a lo lejos por lo que recomiendo parar y empaparte de la tranquilidad que se respira mirando desde las alturas al fondo de los verdes valles y tratando de adivinar cuáles son los picos que se divisan en la lejanía.

Pero lo mejor está por llegar. A partir de la curiosa escultura en forma de taza la carretera se estrecha dando paso a un camino asfaltado que en uno de sus lados cae directamente a un gran precipicio sin ningún tipo de protección o guardarailes. ¿Vértigo? Sí, ¡mucho! Aunque es menos de lo que parece, caben perfectamente dos coches y no hay peligro ninguno si se tiene un poco de cuidado. Yo que sufro de vértigo lo paso fatal cada vez que la recorro pero merece muchísimo la pena llegar hasta el final.

Aunque lamentablemente para mi, en esta ocasión no pude llegar a lo más alto pues la carretera está cortada por la nieve y, aunque hubiera llevado raquetas, hay riesgo de aludes, así que me quedé con las ganas de ver las vistas de la otra parte de la montaña.

Al final de la carretera es donde acaba Andorra y comienza España. Acaba el asfalto y comienza un camino de piedras que lleva hasta el pueblo de Alins, en el Pirineo Catalán, pasando antes por Tor, una pequeña población que sobrevive casi aislada en medio de preciosas montañas. En una ocasión, hace años, quise hacer ese camino desde el lado español con mi coche, pero tras un rato decidí parar y esperar a volver a intentarlo cuando pueda comprar un 4×4. Lo que sí creo que haré la próxima vez que vaya hasta allí, será caminar hasta Tor por la pista que comento, si el tiempo acompaña, pues he visto fotos y es una pasada y tan sólo son 7,3 kilómetros desde que acaba la carretera del Coll de la Botella.

Allí arriba suelen haber vacas u otros animales, y las vistas hacia los dos lados con un día despejado son espectaculares. No pienso dejar de visitar Andorra, así que tal vez, en unos meses, vuelva a escribir sobre este lugar con unas fotos totalmente diferentes a las que traigo ahora, tal vez cambiando el blanco de la nieve por el verde de los árboles, pero igual de bonito.