Girona es una ciudad realmente bonita pero que tal vez por su situación geográfica queda algo apartada de los lugares típicos para visitar, y es una lástima pues las dos veces que he estado paseando por sus calles me ha encantado lo que he visto, aunque han sido dos paseos rápidos en los que no he podido profundizar de verdad en la vida de la ciudad como me habría gustado. Tampoco he podido pararme con calma a tomar fotografías de la gente caminando por sus callejuelas, o escenas típicas del lugar.
A pesar de eso, de la última visita me he traído unas cuantas fotos que creo merecen la pena, y eso que hizo un día típicamente invernal que se podría llamar de cualquier forma menos bonito, aunque a última hora nos trajo una agradable sorpresa.
¿Qué ver en un día en Girona?
Tras la mañana visitando el Park Güell en Barcelona, llegamos a Girona casi a la hora de comer. Realmente no estuvimos ni un día en la ciudad, pero sí tuvimos tiempo de ver algunos de los lugares más interesantes. Tras ponernos las botas en el Restaurant Blanc, cruzamos el río en busca de sus rincones más bonitos.
El centro histórico de Girona es ideal para caminar sin parar. Puedes disfrutar de los muchos rincones y callejuelas en los que perderte. También de unas cuantas escalinatas que parecen no tener fin.
Lo malo, para nosotros, es que aquel día la peor de las previsiones metereológicas se cumplió y cayó el diluvio. Sin exagerar. De estas lluvias que forman una cortina de agua que te impide ver lo que está sucediendo al otro lado de la calle.
Lo bueno fue que sólo estuvo lloviendo un rato y lo pasamos en una cervecería alemana tomándonos una buena cerveza de trigo. Como se suele decir: no hay mal que por bien no venga.
El Pont de les Peixateríes Velles
Pasado el corto pero intenso aguacero fuimos a buscar el Puente Eiffel, o «Pont de les Peixateries Velles». Desde allí se contemplan unas bonitas vistas de las casas coloridas que dan al Río Oñar, y una de las fotos más repetidas por los turistas que visitan la ciudad.
El puente también es interesante para hacer algunas fotos buscando las formas geométricas que en el se forman, especialmente si pasa gente por el, aunque con la que acababa de caer la población local me parece que se quedó en sus casas.
Patear El Call, la judería de Girona
La mejor forma de conocer Girona es perderse por su judería, también llamada en catalán «El Call». Es imprescindible adentrarse por los muchos y variados callejones que suben hacia la Catedral, buscando todos esos rincones y fachadas que reflejan con detalle el paso de los años.
Hablando de reflejos, la lluvia nos dejó la posibilidad de hacer algunas fotos a los charcos formados entre las piedras de las calles, fotos que no se pueden hacer cualquier día y que por eso llaman más la atención y que muestran la realidad que nos rodea vista desde un punto de vista diferente.
La Catedral de Santa María
En la parte más alta de la ciudad se encuentra la Catedral de Santa María. Su construcción se inició hace casi mil años y tiene la nave gótica más ancha del mundo. Su interior, según he leído, es bastante interesante pero las dos veces que he visitado Girona estaba cerrada.
Frente a ella, una larga escalinata de 90 peldaños que en el mes de mayo se llena de color durante la fiesta llamada Temps de Flors.
Tras la Catedral empiezan las murallas romanas, que fueron ampliadas en la época medieval, y que son visitables siguiendo el antiguo camino de ronda. Recorriéndolas te transportas a otra época hasta que llegas a alguna de las varias torres desde las que te puedes asomar a contemplar unas vistas muy especiales de toda la ciudad.
Un atardecer espectacular desde las Murallas de Girona
Para acabar la tarde, y como compensación por el diluvio que sufrimos nada más salir de comer, el cielo nos ofreció una espectacular puesta de sol que vimos desde lo alto de las murallas. Ya de noche, fuimos a dormir a Palamós para al día siguiente poner rumbo a Figueres, y desde ahí a Besalú, Castellfollit de la Roca y el Valle de Nuria.
Una lástima que sólo pudieramos ver Girona en un día, pues es una ciudad interesente. Como siempre, habrá que volver.