Hacía mucho tiempo que no veía la mítica película de La fuga de Alcatraz. Hasta ahora, cuando la veía no me fijaba tanto en muchos detalles, pero esta última vez ha sido diferente ya que aún tengo bastante fresca mi visita a la antigua prisión y cada celda, cada pasillo, cada patio, es como si volviera a estar allí. Es muy diferente ver una película cuando has viajado y conocido el lugar, y más con este tipo de sitios que se quedan bien grabados en nuestra mente.
Ojalá las personas fuésemos diferentes a como somos y estos lugares horribles no existieran, pero lamentablemente las cárceles son necesarias en nuestro mundo y poder visitar una te muestra lo dura que puede ser la vida en su interior.
Alcatraz fue uno de los pocas lugares que pudimos ver bien en San Francisco. Tras pasar unos días en New York y otros en Las Vegas, llegábamos a la tercera ciudad que conoceríamos en Estados Unidos, aunque allí tan sólo íbamos a pasar unas pocas horas, que aún fueron menos de lo que pensábamos por el tiempo que perdimos en el aeropuerto, y por la intensa lluvia que nos acompañó durante toda la tarde.
La prisión de Alcatraz era considerada la cárcel más segura del mundo, una fortaleza de la cual nadie podría salir de forma ilegal. Como en cualquier prisión fueron varios los presos que trataron de fugarse pero al estar construida sobre una isla de dura roca era una misión casi imposible. La opción de un túnel queda totalmente descartada y cualquier otra posibilidad seguramente acabaría con el ahogamiento de los huidos en las frías aguas de la Bahía de San Francisco.
Sin embargo, tal y como se recoge en la famosa película interpretada por Clint Eastwood, hubo tres presos que tal vez sí lograron su objetivo. Idearon un complejo plan para agujerear las paredes de hormigón de las celdas, algo deterioradas ya por la humedad, en el lugar donde están las rejillas de ventilación. Tras hacer boquetes lo suficientemente amplios para que cupiera una persona, consiguieron llegar hasta la azotea para después descolgarse por una fachada y, tras llegar a la orilla, usar chalecos y balsas improvisadas con trozos de impermeables. El informe oficial dice que fallecieron ahogados, aunque lo cierto es que nunca se encontraron los cadáveres.
¿Cómo visitar la Prisión de Alcatraz?
La Isla de Alcatraz está situada en mitad de la Bahía de San Francisco y durante los últimos siglos ha sido utilizada como fuerte y prisión militar y después como prisión federal hasta que cerrara sus puertas en el año 1963, un año después de la fuga.
Para llegar a Alcatraz Island has de comprar los tickets del Ferry en el muelle 33. Allí mismo se forman las colas para subir al barco que lleva a La Roca, tras surcar la Bahía de San Francisco durante unos 20 minutos. Desde el ferry se tienen unas buenas vistas de la ciudad y, si el tiempo lo permite, del famoso Golden Gate. Aunque el recinto donde están las celdas se encuentra en un buen estado de conservación, hay otros edificios del complejo que están en ruinas.
El precio de los tickets para el ferry es de 30$ por persona. En el precio se incluye el viaje de ida y vuelta y la entrada a la prisión y un audioguía. Realmente la entrada a la prisión es gratuita aunque no hay forma de llegar hasta ella sin contratar un servicio de transporte.
Horarios para visitar Alcatraz (desde marzo hasta septiembre)
Ida: Desde las 9:00 hasta las 15:55 horas. Regreso: Desde las 9:25 hasta las 18:30 horas.
También hay una visita nocturna que parte a las 17:55 y 18:30 horas, volviendo dos horas y media más tarde.
El resto del año los horarios son más reducidos, conviene consultarlo bien pues pueden cambiar, aunque en general son hasta dos horas antes del horario de verano.
También tenía la esperanza de poder ver bien el Golden Gate desde el ferry, ya que no iba a tener tiempo de fotografiarlo de más cerca, y mucho menos de cruzarlo, pero la previsión meteorológica no era muy buena y en cuanto nos pusimos en marcha comenzó a nublarse, por lo que las fotos fueron algo desastrosas, además cuando salimos del recinto donde están las celdas comenzó a llover, poniendo entre el puente y la isla una cortina de agua que impedía ver el Golden Gate con claridad. Una pena pues era, junto con el Brooklyn Bridge, dos de los sueño que quería cumplir en este viaje, aunque al menos pude verlo.
