El último día de mi viaje a Asturias con motivo del Travel Bloggers Meeting quería pasarlo a mi aire viendo playas, pueblos y acantilados asturianos, concretamente toda la costa comprendida entre el municipio de Candás y el Cabo de Peñas. Y durante la mañana conseguí mi objetivo, estuve fotografiando las playas de Candás, las de Luanco, y varios acantilados entre ambos pueblos. Pero llegaba la hora de comer puesto que estaba cerca de Avilés decidí ir allí a comer, con tan buena o mala suerte que acabé encontrándome con el resto de bloggers que estaban por la zona visitando esta población, y que acabaron liándome para que me uniera a ellos en el resto de su visita tras la comida. ¿Y cómo decir que no a Avistu? que es de Avilés y vino expresamente a convencerme de que me iba a gustar lo que veríamos esa tarde.
Así que cambié mis planes y dejé el Cabo de Peñas y demás acantilados para otro día y, al acabar de comer, pusimos todos rumbo a la lonja de pescado, allí llamada La Rula de Avilés, para ver cómo se subastan los productos que luego compramos en nuestros supermercados. Y oye, mira que me gustan los acantilados pero mereció la pena cambiar la ruta.
Para mi sorpresa, y creo que la de todos los asistentes, la Rula de Avilés no es un edificio antiguo donde se subasta el pescado de forma tradicional. Yo esperaba ver a la gente gritando precios y personas abalanzándose a por sus cajas de pescado recién adquiridas, todo ello envuelto de un aroma a puerto pesquero de los de antaño. Pero no, resulta que ahora todo esto funciona de una forma realmente moderna, tanto que sorprende.
El pescado llega por un lado y tras ser verificado pasa a una cinta transportadora que lo muestra al público presente, en su mayoría compradores. Llegado a un punto, la cinta se detiene y en una pantalla se muestra el producto, mientras en otra se ofrecen datos como tipo de pescado, calidad, origen, y precio de partida. De repente todo el mundo observa en la pantalla como el precio empieza a caer hasta que alguno de los asistentes acciona un botón en el mando a distancia que tiene en su silla y la cinta vuelve a seguir su curso en busca del nuevo lote de pescado. Compra hecha, así, tan fácil, sin moverse de una silla, sin gritos ni disputas.
Al otro lado de la cinta se recogen las cajas, cada comprador pasa con su mando por una maquina que se encarga de realizar todos los trámites de forma automática y ya puede llevarse su compra discretamente. Fin del espectáculo.
Pero lo que más me llamó la atención fue cuando durante la visita nos contaron que existen aplicaciones para Android y iPhone con las que los compradores acreditados pueden hacer sus pujas y controlar sus pedidos, facturas y demás desde el móvil. Increíble, ¿verdad?
Ahora sé que tendré que volver a Asturias para conocer el Cabo de Peñas y continuar con sus playas, acantilados y encantadores pueblos, pero me quedo con una buena experiencia vivida en mi primera vez en esta zona de España que aún estaba en mi lista de lugares que no conocía.
¿Dónde está la Rula de Avilés?
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