Uno de los lugares que más me llamó la atención de Liverpool, aparte de sus impresionantes catedrales y sus famosos muelles, fueron los Jardines de Santiago, o St James Garden que es su nombre original en inglés. No es que sean unos jardines impresionantemente bonitos, no vi apenas flores en ellos, ni grandes lagos con patos u otros animales. Pero con tan solo asomarse a la entrada junto a la Catedral Anglicana ya intuyes que es un lugar fuera de lo normal.
¿Y qué tiene de especial este lugar? Pues sencillamente que antes de ser un parque o jardín, fue el cementerio más importante de la ciudad, y en el momento en que dejó de utilizarse como tal, en lugar de retirar todas las lápidas, cruces y estatuas, las integraron en el entorno, convirtiendolo en un jardín con un toque macabro, al que mucha gente escrupulosa no se atrevería a entrar.
Pero la gente de la ciudad parece no tener muchos problemas con esto. Sentados en sus bancos o en el cesped, muchos aprovechan el buen tiempo para hacer un picnic junto a las tumbas o tomar el sol. Y bien, yo el tema de ir a un cementerio a pasear y hacer fotos lo llevo bien, pero ya ir a comer me parece algo excesivo, aunque para gustos los colores, y si los habitantes de Liverpool lo hacen, me parece estupendo. Lo que no se puede negar es que se trata de uno de los lugares más tranquilos de la ciudad.
La entrada junto a la puerta de la Catedral parece sacada de una película de terror. Un tunel escavado en la piedra con antiguas lápidas en ambos lados te introduce a la parte más profunda de una vieja mina.
La otra entrada, más alejada de la zona turística, es mucho más normal. Una vez dentro, los espacios son más abiertos y la ausencia del ruido de la ciudad debido a la profundidad te hace olvidar que estás rodeado de edificios y calles llenas de tráfico, aunque no podrás olvidar en ningún momento que estás rodeado de elementos funerarios.
Nos tendríamos que remontar al siglo XVIII para conocer la historia del lugar. Entonces, la piedra rojiza de la mayoría de los edificios de la ciudad se obtuvo de una cantera junto a la Catedral. Posteriormente, en el año 1825, este enorme agujero se convirtió en St. James’ Cemetery, que fue el cementerio principal de Liverpool hasta que se agotó el espacio disponible poco antes de la Segunda Guerra Mundial.
Bastantes años después de caer en desuso, sobre 1972, la ciudad decidió transformarlo en lo que es ahora, un parque público protegido por la English Heritage en pleno centro. Se exhumaron los cadáveres y se dejaron espacios abiertos para que los ciudadanos pudieran disfrutarlo.
Y eso hicimos, disfrutarlo, relajarnos, pasear y hacer fotos.
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