Algo que me llamó mucho, muchísimo la atención en mi viaje a Oporto, fueron las calles peatonales que unen la parte alta de la ciudad con la orilla del río, y que básicamente son larguísimas escalinatas con casas bajas a sus lados.
Pero especialmente una de ellas, las famosas Escadas do Codeçal, que pasan por debajo del turístico Ponte Luiz I.
En mi anterior artículo hablé sobre lo mucho que me gustó el puente, y es que se trata de una estructura metálica impresionante que une ambos márgenes del Río Duero a dos alturas, pero no todo es tan bonito.
Las Escadas do Codeçal en Oporto
A primera vista las Escadas do Codeçal aparentan ser una calle normal, llena de escaleras, como todas las demás de la zona. Una calle que pasa por debajo de un puente, lo que en principio tampoco tiene nada de raro.
Muchas calles pasan por debajo de puentes, para eso están, para salvar a otro nivel ríos, carreteras, vías de ferrocarril, o calles. Hasta ahí todo bien, no?
Pero cuando comienzo a descender por las escaleras, pasando por debajo de la ropa tendida, sorteando a los niños que juegan al futbol y las niñas que juegan con sus muñecas, los lugareños que se sientan en ellas a charlar con sus vecinos, y voy acercandome al puente que cruza desde la orilla del Duero que da a la ciudad de Oporto hasta la orilla de Vila Nova de Gaia, me doy cuenta de algo que ya había intuido cruzando por arriba: Las casas que están justo debajo de esa enorme estructura metálica, se encuentran pegadas al puente, literalmente.
Tanto es así que una de las casas tiene su fachada recortada a la altura del metal, dejando apenas unos pocos centímetros de separación.
Camino, con la vista clavada en esa fachada recortada, justo cuando pasa el metro por la parte superior del puente.
El ruido a pie de calle es realmente fuerte y lo primero que me viene a la mente es: ¿Cómo se puede vivir en esa casa, que roza el puente, soportando el ensordecedor ruido de los trenes cada pocos minutos hasta entrada la madrugada?.
Pues sí, hay gente que vive allí, y seguramente estarán acostumbrados, aunque no sé si contentos.
Además, las casas, vistas desde arriba del puente o a pie de calle, no tienen el aspecto de estar en muy buen estado, ni de ser lujosas en absoluto, más bien todo lo contrario.
Llamar pobre a la gente que vive en ellas tal vez sea desmedido y poco apropiado, pero el término humilde tal vez se quede corto.
Se trata de gente que vive literalmente bajo de un puente. Bajo un techo, sí, pero en no muy buenas condiciones.
Y la verdad, aunque el resto de la ciudad tenga un aspecto sucio y decadente que resulta encantador, esta calle, que se encuentra en plena zona turística, me pareció tristemente pobre.
Tal vez me este equivocando, en todo, o en parte, y tal vez sea gente que vive feliz con lo que tiene sin pensar que podrían tener otra cosa mejor, o diferente.
No lo sé, pues no se lo pregunté a nadie, solo cuento exactamente lo que sentí cuando pasé por allí abajo, y creo que esto se aleja del encanto caótico y bohemio del resto de la ciudad.
¿Que opinais vosotros?
4 Comments
Manolo Pérez
Yo también tuve oportunidad de fotografiar estas escadas, y de perderme por ellas (esta vez solo, María dijo que pasaba de más escadas). Y, aunque si se aprecia la «pobreza» de la que hablas, creo que, al menos los chavales que corrían por las escadas como si fuera un largo prado (horizontal), eran felices y se reían y divertían. A la gente mayor se le veía más agotada, pero no creo que fuera por su situación, si no por su continua pelea con la vida. El hecho de tener que lidiar con ropas, macetas, escobas y cubos de agua hizo que me parecieran una de los sitios más auténticos de Oporto, junto con otras calles que estuvimos paseando, lejos de la zona turística.
Victor Ferrando
Bueno, si no digo que no sea auténtico o bueno para hacer un reportaje fotográfico, pero si te paras a observar e intentas meterte en la piel de la gente que vive en esas casas, no creo que sea agradable. Obviamente los niños son felices mientras tengan un juguete y calle para correr y jugar, pero como te he comentado antes, habrá que ver que piensan esos niños en unos años. Tal vez exagero pensando así, pero es exactamente la impresión que me dio al pasar por allí…
Antonio Quinzan Bueno
En lugares y momentos así y para solventar esas dudas existenciales lo mejor, como siempre, es hablar con la gente. «Oiga abuelo, vaya escandalera con el tren pasándole por la ventana de la cocina…» y cosas así. Muchas veces es tirar un poco de la lengua y listo 🙂
Viendo tus fotos me recuerdo que debo regresar a Oporto (y a Lisboa)
Un abrazo
Victor Ferrando
Jajaja! Pues tienes toda la razón Antonio, he de acostumbrarme a hablar más con la gente del lugar y preguntar para solventar estas dudas, aunque con el portugués no me aclaro mucho…
Oporto en general es una ciudad fantástica, yo no la conocía y estoy deseando volver, y por supuesto estoy deseando ir a conocer Lisboa, que ya intuyo me gustará tanto como Oporto.
Muchas gracias. Un abrazo!