Había visto muchas fotos de el Pontón de la Oliva y las rutas que se pueden hacer en la zona y me llamaban bastante la atención, por lo que hace un par de fines de semana decidí acercarme a hacer la que va desde esta antigua presa, hoy en desuso, hasta la de Navarejos.
Caminando desde el Pontón de la Oliva hasta la Presa de Navarejos
El camino que hice comienza en el aparcamiento de la presa de el Pontón de la Oliva. Tras cruzar la carretera y caminar un poco se llega a la presa donde en la izquierda hay una pequeña escalera, marcada con indicadores del GR 88, que da aceso a un camino que transcurre pegado a la pared de la montaña hasta llegar a una zona donde se ensancha el valle.
En las paredes rocosas de la derecha, que en parte me recuerdan a las hoces conquenses, unas cuantas personas practican la escalada.
También hay una cuerda floja por donde la gente intenta atravesar de un lado a otro, obviamente con protecciones. En más de una ocasión escuché un grito y al girarme vi al que andaba por la cuerda colgado bajo ella. Supongo que no ha de ser sencillo, aunque yo con mi vértigo no podría ni acercarme a la orilla.
Durante la La primera media hora apenas hay zonas de sombra, por lo que en verano puede ser algo duro en las horas centrales del día. Luego el camino se introduce en una zona boscosa de Fresnos y Alisos, siempre bordeando el río Lozoya que fluye tranquilo unos metros por debajo. Las primeras tonalidades del otoño que comienza a asomar dan un toque de rojo al verde predominante entre árboles y arbustos.
Poco después nos introducimos en un frondoso Fresnedal que nos dará sombra durante un buen rato. A pesar de ser mitad de septiembre y la temperatura en torno a los 24 grados, se agradece la sombra y la frescura del bosque.
Tras llegar a un cercado que el camino rodea, me meto en una especie de bosque de cardos borriqueros, secos en esta época. Unos pocos cientos de metros más y llego a una pista, que tomo hacia la derecha, continuando el curso del río. La vegetación es muy cambiante en todo el recorrido.
Durante buena parte del camino se pueden ver varias oquedades en las paredes de pizarra que se utilizaban como minas de ataque. A través de estas se accedía a los túneles de la canalización de agua para introducir materiales de construcción y extraer escombros.
Poco a poco van abriéndose claros en la zona boscosa hasta volver a sentir de nuevo el sol pegando fuerte. Una señal advierte de que hay abejas trabajando y es peligroso acercarse. No creo que ir por el camino sea peligroso, y nunca me han dado mucho miedo las abejas, supongo que porque nunca me ha picado ninguna, pero por si acaso doy un pequeño rodeo.
Siguiendo el camino nos encontramos primero con una almenara de sedimentación, que se encargaba de que la arena no obstruyera el canal y después ya con la Presa de Navarejos, que era mi destino y en la que estuve haciendo algunas fotos ya que me resultó muy bonita toda esa zona, especialmente el aliviadero y los reflejos de los árboles en el agua embalsada.
Se puede seguir por el camino hasta la Presa de la Parra que está a unos dos kilómetros, aunque yo, tras más de tres horas de paseo, decidí descansar un rato y regresar por donde había venido en busca del coche y algún lugar para comer.
El Pontón de la Oliva es una presa perteneciente al Canal de Isabel II de Madrid que fue inaugurada en el año 1857 junto con un canal de 77 kilómetros de longitud cuya misión iba a ser abastecer de agua durante años a la ciudad de Madrid que estaba experimentando un gran crecimiento. Y digo que iba a ser pues apenas pudo ser utilizada unos pocos años al detectarse filtraciones que hacían inviable su uso. Por ello se tuvo que prolongar el canal hasta la presa de Navarejos y posteriormente hasta el Embalse del Villar que fue inaugurado el año 1882.
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2 Comments
Calíope Viajes y Vivencias
Espectaculares fotos y preciosa ruta; el cartel de las abejas está «sembrao», que decimos en mi pueblo, je je. Enhorabuena!
Victor Ferrando
Jajaja! Me llamó muchísimo la atención el cartel cuando lo vi 🙂 Muchas gracias!