El hombre siempre ha soñado con poder volar, aunque como bien sabemos es completamente imposible de forma natural. Sin embargo han sido muchos los que han tratado de emular el comportamiento de las aves de una forma u otra, la mayoría sin éxito, pero otros lograron su objetivo. Es el caso de los globos aerostáticos, que en su día supusieron una revolución al permitir transportar a varias personas por el aire de forma relativamente sencilla.
Hoy en día es posible volar de forma mucho más rápida, tenemos aviones, avionetas, helicópteros, y es posible hacer vuelos en parapente, paracaídas, y otras variantes. Pero aquel globo que hace más de 200 años maravilló al mundo también ha evolucionado, y aunque como medio de transporte tal vez no sea demasiado útil pues depende de factores como el viento para poder desplazarse, nos permite cumplir con ese ansiado sueño de despegar del suelo y ver las cosas desde otro punto de vista, como si fuéramos pájaros surcando tranquilamente el cielo, a decenas de metros de altura atravesando parajes o ciudades.
La experiencia de volar en globo sobre una ciudad como Salamanca.
Yo siempre he tenido vértigo, y mucho, sin embargo desde la primera vez que volé en avión, ya hace unos cuantos años, he tenido verdadera fascinación por esa forma diferente de ver el mundo desde las alturas, lo que me ha llevado a subir a todos los miradores posibles en cada lugar que visito, y mucho más desde que puedo hacer fotos desde esos lugares, fotos tan distintas y tan bonitas en ocasiones. Todo esto me llevó, hace tres semanas, a aceptar la invitación de la empresa Siempre en las Nubes, para fotografiar Salamanca desde el cielo, cruzando la ciudad de punta a punta en uno de sus globos. No dude ni un instante en decir que sí, y sinceramente se ha convertido en una de las experiencias más bonitas que he vivido en los últimos tiempos.
Los vuelos salen al amanecer y eso implica que hay que estar en Salamanca a las 7 de la mañana, por lo que hubo que madrugar mucho y conducir desde Madrid hasta allí. Aunque claro, cuando el globo comenzó a elevarse y comencé a sacar las primeras fotos el sueño y el frío quedaron en un segundo plano.
Todo el equipo de Siempre en las Nubes, ayudados de los 9 pasajeros que volamos esa mañana, ayudamos a desplegar el globo sobre un descampado a las afueras de la ciudad. Poco a poco aquello fue tomando forma y llegado el momento comenzaron a introducir aire caliente en su interior. Todos estábamos allí, a escasos metros, mirando con cara de asombro como aquel globo azul comenzaba a hincharse y despegar del suelo hasta ponerse en posición vertical.
Tras unas explicaciones sobre qué podemos hacer y qué no debemos hacer tanto durante el vuelo como en el aterrizaje, nos pusimos en marcha. Tímidamente el globo fue ganando altura y comenzó a desplazarse hacia Salamanca. Todos teníamos claro qué es lo que queríamos ver de cerca: Las Catedrales, y Cristian nos prometió que las veríamos muy de cerca, y así fue, sin prisa pero sin pausa el globo ponía rumbo a aquellas torres que cada vez veíamos más cerca.
Al llegar, con el globo prácticamente parado sobre la Plaza de Anaya, teníamos una perspectiva increíble de todas las azoteas, torres, campanarios y calles de la ciudad, pero sobretodo de Las Catedrales, que estaban ahí, a escasos metros, prácticamente a la misma altura, o eso parecía. Pero aunque nos habría encantado lo cierto es que no podíamos permanecer allí todo el día. Cristian volvió a abrir el gas y continuamos nuestro viaje en globo sobrevolando Salamanca hasta las afueras.
A la altura del Río Tormes nos demostraron que estábamos volando con verdaderos profesionales manejando el globo. Para asombro de todos los pasajeros el globo se detuvo por completo y lentamente fue perdiendo altura mostrándonos su reflejo en las aguas cada vez más cerca. No nos lo creíamos pero íbamos a posarnos sobre el río.
El momento más increíble fue cuando el piloto se puso a grabar con su cámara GoPro el descenso. La barquilla del globo se posó durante unos instantes en el agua y, como por arte de magia, de repente comenzó a elevarse con fuerza. Parecía imposible pero entonces entendí lo que había pasado, Cristian había llenado de aire caliente el globo durante el descenso, pero el efecto de esto no es inmediato, lo que provocó que se frenase la caída y se iniciase el ascenso justo en el momento de tocar el agua. ¿Magia? No, un trabajo muy bien hecho.
Finalmente aterrizamos. Aunque cada aterrizaje puede ser diferente dependiendo del viento, en nuestro caso fue casi imperceptible. Tras recoger el globo, nos entregaron unos diplomas y realizamos un brindis para celebrar que todo había sido un éxito. Luego dimos un paseo por Salamanca y pusimos rumbo de nuevo a Madrid.
Información sobre volar en globo sobre Salamanca
– El vuelo sale al amanecer y dura aproximadamente una hora.
– El precio es de 150€ por persona. Puede parecer caro pero en mi opinión es algo que merece la pena hacer al menos una vez en la vida. También es una genial idea para regalar.
– Al finalizar el vuelo se brinda con cava y se degusta un aperitivo, además te entregan un diploma de bautismo en globo y en unos días tienes disponibles las fotos y vídeo que graban durante el vuelo.
– No importa si tienes vértigo o miedo, yo lo tengo y en ningún momento sentí absolutamente nada.
– Más información sobre vuelos en Salamanca y otras ciudades en la web de Siempre en las Nubes.
Vídeo de nuestro viaje en globo sobre Salamanca
Pude disfrutar esta experiencia gracias a Sara y JAAC del blog Salta Conmigo.
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