Hacienda Zorita es un lugar ideal para quien quiere pasar un fin de semana de lujo en un ambiente inigualable, rodeado de viñedos, a orillas del Río Tormes, en mitad de la provincia de Salamanca y a un paso de su monumental capital, pero sobre todo para todo aquel que disfrute comiendo bien y degustando buenos vinos.
Hace un mes que estuve disfrutando de una noche en este Wine Hotel & Spa de lujo, conociendo sus instalaciones y degustando una exquisita cena maridaje en la que probamos algunas de sus especialidades culinarias y de sus selectos caldos. Además asistimos a una cata de quesos y vinos donde conocimos con detalle todas las fases de una cata y las posibilidades que ofrece esta interesante mezcla de productos lácteos con productos de la uva.
Cata de vinos y quesos antes de cenar
Antes de pasar a la cena maridaje disfrutamos de una interesante e instructiva cata de quesos y vinos de la casa, de la mano de Jaime Boville García de Vinuesa, cofundador de Hacienda Zorita y presidente de Slow Food Duero Valley. Jaime es un auténtico especialista en la materia por lo que no se trata de una cata cualquiera, en ella nos habló en profundidad sobre las distintas fases de una cata y nos llevó a identificar cada uno de los aromas y sabores de cada copa de vino que catamos, cosa que no siempre se consigue en una cata.
En cuanto a los quesos, pudimos degustar un Queso Curado de leche cruda de oveja, otro Queso al vino Syrah, un Queso de Cabra y la Torta de Dehesa. Para los tres primeros se utiliza cuajo animal y en el caso de la Torta cuajo vegetal. Los cuatro son una delicia para los sentidos, siempre que te guste el queso, claro.
Los vinos fueron un Vega de la Reina Verdejo, un Marqués de Zorita tempranillo y un Márques de Zorita Syrah.
Una de las palabras más repetidas por Jaime fue esta: Excelencia, y la decía por algo, los productos que nos estaban dando son así, excelentes.
La cata de vinos y quesos está incluida siempre en el precio de la estancia en el hotel, por lo que si reservas una noche en Hacienda Zorita podrás tener el placer de asistir a ella, aunque tendrás que reservar plazas con antelación. Yo recomiendo hacerla pues, además de la calidad de los productos a catar, se realiza en la espectacular Bodega de Crianza, en la que podemos ver dos grandes filas con más de 1.800 barricas de roble francés y americano bajo un techo que recuerda al de un gran barco de madera.
Las distintas fases de una cata de vinos y quesos
Una cata de vinos se divide en tres fases: la visual, la olfativa, y la gustativa.
Fase visual: Primeramente hay que situar la copa inclinada contra un fondo blanco, a ser posible iluminado, para observar el color del vino en su borde, para luego situarla a la altura de nuestro pecho, debajo de los ojos, para mirarla en profundida. Los vinos jóvenes tienden a ser más morados o violetas en su borde mientras que los reservas son más oscuros. Lo mismo sucede con el color del fondo, los jóvenes dejan ver el fondo mientras que un reserva apenas transparenta.
También se ha de mirar la lágrima. Para conseguirlo hay que mover la copa rápidamente en círculos para luego ver como las lágrimas caen por el lateral de la copa, dejando ver la densidad del vino y por tanto su concentración de azúcares. A mayor densidad, mayor cantidad de azúcar.
Fase olfativa: Aquí hay que saber primero la diferencia entre aromas y sabores. Para sorpresa de mucha gente, en la boca tan sólo podremos diferenciar cuatro tipos de sabores: amargo, ácido, salado y dulce. Todo lo demás son aromas, que entran a nuestra boca a través de la nariz, y que provocan junto con los sabores una mezcla sorprendente.
Una vez tenemos claro esto, se ha de mover la copa en círculos para luego oler y tratar de determinar tanto los olores de frutas, como las maderas y las especias. En el caso de los blancos nunca podrá oler a madera pues no pasa por barricas.
Fase gustativa: La cata acaba con el sabor. Aclarar que catar no es lo mismo que beber, para una cata se ha de tomar un pequeño trago y saborearlo tratando de identificar si el vino es seco o dulce, ácido o amargo, además de las distintas sensaciones que deja en boca a través de los aromas que hemos identificado anteriormente.
Las catas de queso son diferentes ya que en ellas tenemos cuatro pasos. El primero que pasa por golpear el queso antes de abrirlo, tratando de identificar algún fallo en la elaboración al no sonar compacto. En el segundo se observa el color en una cuña, que ha de ser uniforme desde el centro hasta el borde. Un tercer paso nos lleva a oler el queso, buscando un olor limpio y agradable, si no es así el sabor tampoco será agradable, aunque hay quesos con olores muy fuertes pero no pueden oler a animal en mal estado. Por último, se prueba el queso, que al igual que con el olor ha de ser agradable y fresco.
Zorita’s Kitchen, una estrella Michelín a orillas del Tormes
Zorita’s Kitchen es el nombre del restaurante que Hacienda Zorita tiene en sus instalaciones de Salamanca, concretamente en la Casa Grande. Su filosofía «farm-to-table» (de la granja a la mesa en español), nos permite disfrutar de los auténticos placeres de la ganadería y huertas de la región sin pasar por procesos de elaboración y conservación dañinos para la materia prima. Además son todos Kilómetro Cero, lo que implica que son productos cuyo origen está a menos de 100 kilómetros de distancia.
La cocina de Zorita’s Kitchen está dirigida por el Chef Víctor Gutiérrez quien cuenta con una estrella Michelín desde el año 2004. Además, Hacienda Zorita tiene otros restaurantes en el mundo, como el Broken Wharf House en Londres, The Haciendas Warehouse en Stavanger y próximamente el Warehouse Madrid.
También es posible disfrutar de una carta más informal con raciones de productos de calidad como el jamón de bellota y ricos embutidos.
Una cena maridaje con los mejores vinos de Hacienda Zorita
Por fin llegó la cena. El comedor de Zorita´s Kitchen está pensado para que no se coma con agobios, siguiendo la filosofía slow en todos los aspectos. Algo destacable es que existen varias zonas y se ubican los clientes de forma que no estés cenando al lado de otras mesas, por lo que a pesar de estar el hotel lleno no daba la sensación de estarlo ya que en las mesas de alrededor no habían clientes.
Para quien no lo sepa, el maridaje es la fórmula para encontrar el mayor placer posible de la comida ingerida, mediante la complementación perfecta de vinos y comidas. Y no sólo se trata de dar un trago de vino tras tragar la comida, el hecho de mezclar todos los productos en boca puede ser aún más gratificante de lo que podría pensarse.
Pero vayamos con la cena:
Comenzamos con un Ceviche de Trucha del Tormes con Lima y Cilantro, maridado con un Vega de la Reina Hacienza Zorita Verdejo 2012, D.O. Rueda. Nunca se me habría ocurrido un ceviche de trucha, que resultó sorprendente con un sabor similar al del salmón y reforzado con el vino, que resulta seco y no excesivamente afrutado, como suele ser en los buenos Verdejos.
A continuación nos sirvieron una Ensalada Templada de Boletus y Langostinos, aliñado con Oleo de Padua Zorita. Para la ensalada tomamos una copa de Márques de la Concordia Reserva de la Familia Cava Rosé, D.O. Cava. No soy muy fan del cava por lo que tal vez no sería muy justo con mi valoración, pero he de decir que la mezcla de boletus y langostinos en una ensalada me encantó.
Los siguientes dos platos fueron unos Raviolis de Trigueros con Queso de Leche Cruda de Oveja y Salsa Fungi, y unos Chipirones Salteados con Verduritas de nuestro Huerto Orgánico y Soja. En esta ocasión el vino elegido fue un Hacienda Zorita Abascal Premium, D.O. Ribera del Duero, un vino de sabor intenso y una calidad excepcional que puede maridar a la perfección con cualquier combinación de sabores y que desde ya mismo ha pasado a estar entre mis caldos favoritos.
Y el plato final fue un Cochinillo Ibérico Deshuesado en su Propio Jugo con Micro Brotes Tiernos con Mojo Verde. No tengo palabras para describir este plato. A cualquier fan de la buena carne le habría vuelto loco cada bocado de este cochinillo, pero más aún si tenemos en cuenta que fue maridado con la estrella de la casa: un Hacienda Zorita Magister 2010, D.O. Arribes. Este vino está criado durante 24 meses en barricas de roble francés tras un proceso de vendimia y selección manual. Sin duda un vino excepcional para acompañar a un plato excepcional.
Para rematar la faena, nos comimos un delicioso postre cuya descripción es casi tan buena como su sabor: Lingote de Lima y Yogur con Bizcocho de Pistacho y Helado de Mandarina. Para el postre nos sirvieron otra copa del Magister, lo que incrementó aún más si cabe, que terminásemos todos realmente satisfechos y contentos con la comida.
Misión cumplida, estómago lleno, sin prisas, sin agobios, y con un disfrute máximo de todos los sabores.
Más información en la web de Hacienda Zorita.